Desde el momento de la creación de la primera pieza tenemos un pensamiento rondando por la mente: ¿Por qué lo que hago no es tan bonito como lo que hacen los demás? Es un concepto común para todo artista, independientemente del nivel, la implicación o la experiencia. Llega el momento en el que nos vemos deambulando por Artstation con cara larga y echando pestes sobre uno mismo mientras vemos las obras de un artista consagrado. Sus imágenes rebosan color, acierta la temática e innova con la composición. Tiene un don, pensamos. Falso.
Cuando vemos una imagen de un producto AAA solo vemos la punta del iceberg, por ello, voy a intentar matizar ciertas cosas para poder abordar nuestras obras de diferente manera y que los resultados mejoren. Como decía, las piezas que pueblan internet no son más que el escaparate de los artistas, lo que ellos o ellas han seleccionado para que pueda ser visto por el público. A la vista da la sensación de ser una imagen que ha brotado de su mente fruto de un sueño maravilloso y que de una forma natural, casi instintiva, sus manos han obrado un milagro y ha quedado plasmado en el lienzo para la posteridad.
https://www.artstation.com/artwork/N5KPbN
La realidad es muy diferente. La imagen que vemos es una de trescientas generadas tan solo en el transcurso del último mes y que ha sido seleccionada por cumplir todos los requisitos que el artista se autoimpone al comenzar dicha obra. El proceso de trabajo es duro y pasa por descartar cientos de ideas, producir decenas de thumbnails, modelar, renderizar y maquetar, y englobar todo eso en una sola temática. Esa capacidad de sacrificio es la que da resultados. En muchos casos hacemos un sketch de algo que consideramos una buena idea y lo llevamos a cabo sin documentarnos de manera pertinente sobre la temática, que no tenemos al 100% decidida, y lo damos por bueno. Esta dinámica es la que hay que cambiar para disfrutar e implementar las piezas en las que estamos trabajando.
Para ello es conveniente empezar por la raíz del problema. La temática. Aunque el dibujo sea un sketch de 10 minutos en el metro, no está de más pensar en su contexto para mejorar su desarrollo. Si dibujamos un paisaje rocoso con un castillo de fondo al que solo se puede acceder mediante un puente semiderruido, puede parecer una idea interesante de primeras, pero sin una temática carecerá de función y, por lo tanto, caerá en el saco de los paisajes vacíos. Si dicho castillo es la guarida de un villano medieval la forma de pensar en su estructura será diferente que si pensamos en un castillo situado en un planeta inhóspito de un contexto de ciencia ficción. Todo influye.
Cuando la temática está definida y empezamos a dibujar bocetos, no podemos quedarnos con la primera idea que salga de nuestra cabeza. Darle diferentes puntos de vista ayudará a ver la imagen con perspectiva y así le daremos el appeal que más se acerca a nuestras necesidades. Para todo esto necesitaremos referencias e ideas constantemente y, para ello, conviene buscarlas en entornos cercanos para poder hacernos a la idea de la escala y la magnitud de nuestra imagen. Cuando toda esta investigación está hecha y las decisiones han sido tomadas es el momento de pasar a la acción.
La perspectiva debe ser la adecuada y se debe acomodar al punto de vista para que, cuando decidamos comenzar a renderizar, no tengamos por qué preocuparnos de nada más que no sea el acabado de la imagen. La imagen variará según la experiencia y la habilidad del artista pero su propósito hará que la intencionalidad esté justificada y la temática enfocada. Todo esto no cambia el hecho de tener que producir cuantas más piezas mejor y, aún así, la imagen elegida para ser enseñada al público tardará en llegar más de lo que pensamos.